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martes, 4 de mayo de 2010

6. La relajación como técnica de intervención

Cuando estamos nerviosos, o nos preocupa algún asunto, tendemos a tensar inconscientemente la musculatura. Una forma de relajarnos, por tanto, consistirá en destensar dicha musculatura.
En este módulo vamos a repasar una serie de ejercicios cuya finalidad es la relajación muscular.
Vamos con el primero: Ejercicio de relajación básica
Tipos de técnicas de relajación:
1. Ejercicios autógenos de relajación, concentración y visualización
Terapia diseñada por el psiquiatra alemán Johannes H.Schultz en la década de 1920,
la palabra “autógeno” procede del griego, y se forma a partir de “auto-“, que significa “a sí mismo”; y “genous”, que se traduce como “originado”. Por tanto, estaríamos hablando de un tipo de relajación generada en uno mismo, y que mezcla la autosugestión, con la autohipnosis y el control sobre determinadas funciones corporales, normalmente reguladas por el sistema nervioso autónomo (involuntario). También abarca grandes dosis de imaginación y meditación.
En este tipo de terapia, el individuo intenta alejarse del ambiente que lo rodea, y centrarse en las sensaciones de pesadez y de calor corporal, condiciones favorables para una posterior relajación muscular y vascular.
Con los ejercicios autógenos conseguimos una relajación profunda de la musculatura esquelética que, probablemente, también se extiende a la musculatura lisa (involuntaria). Los vasos sanguíneos se dilatan, con lo que llega más sangre a las extremidades. Esto comporta un aumento del calor corporal, y la consiguiente relajación. También conseguimos un ritmo cardíaco y una respiración más lentos, con la consiguiente disminución del consumo de oxígeno. La cabeza, a diferencia del resto del cuerpo, se siente fresca, la atención sigue alerta, equilibrada y vigilante. Los pensamientos se deslizan con lentitud por la mente, en número reducido.
¿Es una técnica aplicable a cualquier persona?
La respuesta es que sí: Casi todos podemos aprender a tranquilizar el ritmo cardíaco, reducir la presión sanguínea, mejorar la circulación de la sangre y dirigir la sensación de calor hacia la zona contracturada. Únicamente indicar que, dado que se aumenta la sensibilidad de las sensaciones del cuerpo y de los diferentes procesos fisiológicos, no sería una técnica adecuada para psicóticos, hipocondríacos, personas obsesivas o neuróticas con las sensaciones de su cuerpo.
¿Cómo ha de ser practicada esta técnica?
Se recomienda realizarla una o dos veces al día. Con la práctica, la duración de la misma puede ser cada vez mayor.
La posición habitual será tendido boca arriba, sobre una cama dura, un sofá, o en el suelo, sobre una alfombra. La cabeza, tronco, brazos y piernas han de estar distribuidos simétricamente. La cabeza y la columna han de estar alineadas, y la mirada hacia el techo. La espalda bien extendida y totalmente en contacto con el suelo. Los brazos relajados, flojos, junto al tronco, algo separados del mismo, y las manos abiertas y los dedos sueltos.
Los pies algo separados, con los dedos hacia afuera.
Podemos, si nos sentimos mejor así, colocar pequeños cojines bajo el cuello y la parte inferior de la espalda.
En cuanto a la vestimenta, ropa ancha y cómoda, descalzos y, si es posible, sin calcetines.
El ambiente ha de ser tranquilo, con iluminación suave, temperatura agradable, ambiente fresco, y evitando las corrientes de aire.
Vamos, pues, con la sesión:

2. Relajación muscular progresiva
Técnica desarrollada por Edmond Jacobson, basada en el hecho que, ante la aparición de ansiedad, nuestro cuerpo reacciona mediante con un aumento de la tensión muscular. Ésta tensión, a su vez, aumenta la sensación de ansiedad, y así se cierra el círculo vicioso. Con este tipo de relajación conseguimos, no sólo reconocer los grupos musculares que se nos tensan ante una situación de estrés, sino aprender, además, a distinguir entre la sensación de tensión y la de relajación de dichos grupos musculares.
Y, por otro lado, consigue disminuir la frecuencia del pulso y la presión de la sangre.
Para realizar esta técnica, dividimos los músculos a trabajar en 4 grandes grupos:
- Músculos de la mano, antebrazo y bíceps.
- Músculos de la cabeza, cara, cuello, hombros, frente, mejillas, nariz, ojos, mandíbula, labios y lengua.
- Músculos del tórax, abdomen y región lumbar.
- Músculos de muslos, nalgas, pantorrillas y pies.
Cada músculo o grupo muscular se tensa de 5 a 10 segundos, y luego se relaja entre 20 y 30 segundos, aproximadamente. Repetir al menos una vez.
Vamos con el ejercicio:


3. Relajación propioceptica

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